Dr. Benson y colegas se dedicaron a revisar en la literatura medica remedios que fueron utilizados por los médicos en el pasado y que hoy ya están en desuso porque la ciencia ha demostrado su ineficacia y ha encontrado tratamientos mas efectivos. Un ejemplo de lo que ellos encontraron es el uso de veneno de cobra y cirugías innecesarias (extirpación de tiroides, por ej.) para tratar la angina de pecho. Hoy sabemos que la angina de pecho, provocada por obstrucción o espasmo (contracción) de las arterias que llevan sangre al musculo del corazón, requiere tratamientos dirigidos a la causa del problema. Lo curioso es que al revisar los estudios realizados antes del avance de la cardiologia moderna se nota que los pacientes que recibían estos tratamientos anticuados creyendo que estaban recibiendo lo mas avanzado para su diagnostico mejoraban, entre 70 y 90%. En contraste, los estudios realizados posteriormente, luego de demostrada la ineficacia de tales tratamientos, muestran una mejoría de solo 30%. Estas cifras dan la impresión de que el hecho de creer o no creer en el tratamiento que se esta utilizando puede influir en la eficacia del mismo.
Dr. Wolf realizo un experimento interesante y sorprendente. A un grupo de mujeres embarazadas que padecían nauseas y vómitos relacionadas al embarazo, les midió las contracciones del estomago. Les proveyó un medicamento que, según les dijo, aliviaría sus síntomas. Ellas tomaron el medicamento y efectivamente reportaron desaparición de las nauseas y vómitos. Y el doctor confirmo que hubo una disminución en las contracciones del estomago. El dato sorprendente es que el medicamento administrado era jarabe de ipecacuana, amplia-mente usado para PROVOCAR vómitos. Sera posible que el medicamento tuvo un efecto completamente opuesto a su acción farmacológica por la acción psicológica y fisiológica poderosa de la fe?
En otro experimento similar a un grupo de personas luego de la extracción de una muela se les administro un medicamento y a otro grupo no se les dio el medicamento. Los que recibieron la medicina tuvieron 35% menos hinchazón y dolor que los que no tomaron el "medicamento", que en realidad no era otra cosa sino agua destilada.
Concluimos reflexionando que la fe es tan importante como la medicina misma. Sin la fe la medicina pierde toda o gran parte de su eficacia. Y en el ámbito de la salud espiritual reflexionamos en las narraciones bíblicas donde se establece la fe como un pre-requisito para ser sanado/salvado. Ahora entendemos que no es por una decisión arbitraria de Dios. No es una exigencia que El hace sin sentido. La realidad es que la fe no es la medicina, pero es la jeringa con la cual podemos recibir Su inyección.